- En Estados Unidos en las últimas dos décadas aumentaron las tasas de suicidio. Un informe del año 2018 muestra que la tasa ajustada de suicidios es de las más altas desde 1941.
- En 2018, del total de fallecimientos ocurridos en México, 6,710 fueron por lesiones autoinflingidas, lo que representa una tasa de suicidio de 5.4 por cada 100 mil habitantes. Los hombres tienen una tasa de 8.9 fallecimientos por cada 100 mil hombres y en el caso de las mujeres es de 2 en cada 100 mil mujeres.
El distanciamiento social se ha implementado como una medida que permita reducir fundamentalmente el contacto humano buscando reducir por consecuencia la tasa de nuevas infecciones, sin embargo el potencial de resultados adversos sobre el riesgo de suicidio es alto.
El aislamiento social implicó la cancelación de eventos públicos, negocios cerrados, estrategias de refugio, cambios en los hábitos de recreo de la gente y lo anterior puede conducir a una recesión económica. Las recesiones económicas generalmente se asocian con mayores tasas de suicidio en comparación con periodos de relativa prosperidad. Las empresas se enfrentan a un reto enorme que les permita enfrentar la adversidad: el despido de empleados. El modelo educativo ha cambiado cerrando las aulas por tiempo indefinido lo que ha obligado a los padres y tutores a tomar el control de la educación de sus hijos teniendo que dedicar tiempo durante el día lo cual somete tanto a padres como a hijos a un enorme estrés. De igual manera los mercados de valores han experimentado caídas históricas.
Las principales teorías del suicidio enfatizan el papel clave que juegan las conexiones sociales en la prevención del mismo. Las personas que experimentan ideas suicidas pueden carecer de conexiones con otras personas. Los pensamientos y comportamientos suicidas están asociados con el aislamiento social, la soledad y la depresión.
La asistencia semanal a los servicios religiosos se ha asociado con una tasa de suicidios 5 veces menor en comparación con los que no asisten. El efecto de cerrar templos, iglesias y centros comunitarios pueden contribuir aún más al aislamiento social y, por lo tanto, al suicidio.
La concurrencia a espacios públicos como plazas o lugares de esparcimiento así como centros comerciales ha sido limitada a una persona por familia, se han colocado filtros para evitar el ingreso de niños o personas mayores y en el caso de servicios médicos la asistencia es con previa cita. Los servicios de salud mental no tienen prioridad en este momento, sin dejar de considerar que las salas de emergencia están sobrepobladas lo cual puede afectar negativamente a los sobrevivientes de intentos de suicidio.
La cobertura de noticias de estos eventos sin precedentes sirve como factor estresante adicional, especialmente para personas con problemas de salud mental preexistentes.
La tasa de suicidios ha estado impactando también a los profesionales de salud. Este grupo de riesgo ahora está sirviendo en la primera línea de batalla. Hay una seria discusión sobre la preocupación de los trabajadores de la salud sobre la infección, la exposición de miembros de su familia, colegas enfermos, la escasez de equipos de protección personal, instalaciones saturadas y estrés laboral.
A pesar de los desafíos, existen oportunidades para mejorar los esfuerzos de prevención del suicidio en este momento único. Se pueden hacer esfuerzos para mantenerse conectados y mantener relaciones significativas (distancia física, no distancia social), utilizando el teléfono o video, especialmente en la población de riesgo sustancial de suicidio. Se pueden explorar soluciones a través de las redes sociales.
Es esencial considerar el manejo de las personas con crisis de salud mental. Los procedimientos de detección y prevención de COVID-19 podrían incluir la detección de crisis de salud mental; se necesitaría personal clínico en entornos que actualmente pueden relegar la detección de síntomas al personal administrativo. Además, en lugar de enviar a un paciente con un niño a casa, se podrían considerar entornos de tratamiento alternativos (por ejemplo, un espacio privado afuera).
Algunas intervenciones remotas como llamadas telefónicas o envío de cartas por correo han reducido las tasas de suicidio en ensayos clínicos aleatorios.
Hay un lado positivo en la situación actual. Las tasas de suicidio han disminuido en el periodo posterior a los desastres (por ejemplo en los ataques de 11 de septiembre de 2001). Una hipótesis es el efecto de unión, por el cual la gente que experimenta una experiencia compartida pueden apoyarse mutuamente, fortaleciendo así la conexión social.
El contacto de las familias utilizando medios como las video llamadas pueden crear los vínculos sociales que están rotos en este momento. Este contacto se puede utilizar para escuchar y estar al pendiente de cualquier cambio en la conducta de los familiares, en el momento que se detecte un lenguaje depresivo y con ideas suicidas deben buscar de inmediato ayuda profesional
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