Es indudable que el divorcio transforma la familia y altera la vida de padres e hijos. La relación que puede verse más afectada en este proceso es la del papá con sus hijos pues es quien, después de la separación, generalmente comparte menos tiempo y experiencias del día a día con ellos. Para seguir cercano a los niños, debe proponerse verlos con frecuencia, hablar con ellos todos los días, estar presente en su vida y mantener la conexión afectiva.
La separación significa el comienzo de una nueva etapa como padre, en la que debe adaptarse a los cambios y aprovechar el tiempo que tendrá para compartir con sus hijos. Estas son algunas claves que le pueden ayudar en este procesos:
Dedicar tiempo
Cuando los padres se separan establecen los tiempos en que cada uno vivirá con los hijos, teniendo en cuenta la realidad de cada familia y las necesidades de los niños. Establecer y cumplir estos acuerdos permite que los niños se sienten seguros, pueden programar sus actividades y prepararse para el cambio de casa. Se trata de crear una estructura clara pero flexible, que responda a las necesidades de todos y permita a los padres construir una relación amable y cooperativa alrededor de sus hijos. Contarles cuándo van a estar con su papá, les ayuda a enfrentar el miedo a perderlo y a no volver a verlo, que se activa con la separación. Hablarles y explicarles cómo serán las rutinas les permite tener expectativas reales de cómo será la vida en la casa de papá. Crear rituales especiales que van a realizar cuando están juntos, como cocinar o ver una película, contribuye a que se sientan seguros, fortalezcan los lazos afectivos y construyan la identidad de su familia.
Seguir ejerciendo el rol de padre
Después de la separación muchos hombres se convierten en papás complacientes con los niños, olvidando la responsabilidad que tienen como padres. Es frecuente escucharlos decir: “Comparto poco tiempo con mis hijos y deseo que nuestros encuentros sean agradables y divertidos; no voy a dedicarme a corregirlos y disciplinarlos, quiero que deseen estar conmigo”. Esta posición puede desestabilizar a los hijos y generar dificultades con la mamá, que siente que debe asumir sola su educación. Es importante tener en cuenta que las rutinas, las normas y las disciplina que los padres dan a los hijos, además de ser su responsabilidad les trasmite un mensaje de seguridad, orientación y amor; y, les muestra que a pesar de que sus padres no vivan juntos, siguen contando con los dos. Una casa organizada también puede ser divertida.
Establecer normas y límites
Los niños deben aprender a vivir en la nueva casa del papá respetando las reglas que él establezca. Recuerde que para ellos ésta también es su casa y necesitan sentir que tienen un lugar especial en ella. Cuando cada uno hace lo que quiere, se puede generar el caos y la improvisación, causando inseguridad y confusión en los niños. Sienten que su padre no está capacitado para ejercer su rol y pueden tratar de asumirlo ellos, convirtiéndose en los adultos de la casa.
Construir un hogar que genere seguridad y pertenencia en los niños los ayuda a saber lo que deben hacer cuando están en casa. No importa si las exigencias son diferentes a las que existen en la de su mamá. Lo que se pretende es que, poco a poco, los niños se sientan parte de un grupo familiar sólido donde los padres son el soporte; que continúan teniendo una familia, pero que ahora viven en dos casas. Cuando los niños ayudan en las tareas del hogar y contribuyen a formar un equipo con sus papá, se sienten importantes y desarrollan su autonomía.
El respeto no es negociable
Enseñar a los hijos a respetar a su padre desde pequeños, les ayudará a respetarse a si mismos y a los demás. El manejo que el papá haga de las dificultades y conflictos durante el divorcio les enseñará cuál es la mejor manera de enfrentar las situaciones difíciles. Mantener la calma, escuchar y permitir el diálogo respetuoso con la expareja y con los hijos, es el mejor ejemplo que puede darles. Es en la la interacción diaria que se interioriza la manera como actúan los adultos en sus papeles de pareja y de padre. Este modelo será definitivo en su comportamiento cuando sean mayores.
No compense con dinero
Muchos hombres se sienten culpables por la decisión de divorciarse, por haber perdido su lugar en la familia y ser un padre de tiempo parcial para sus hijos. Aun cuando el dinero puede convertirse en un medio para aliviar esta culpa, puede generar tensión entre el papá y sus hijos. Para algunos padres separados es difícil decir NO a las peticiones económicas de los niños. Sienten que darles gusto es una buena forma de compensar su ausencia y de demostrarles su amor. Los niños necesitan papás que no les den todo lo que piden para que aprendan a esforzarse por lo que desean y les sea posible aceptar que no pueden hacer o tener todo lo que quieren.
Evitar el conflicto con la expareja
Cuando entre los padres continúan o aumentan los conflictos después del divorcio, la relación entre el papá y sus hijos tiende a deteriorarse. En estos casos los niños pueden quedar atrapados en medio de la batalla y en un juego de lealtades. Sienten que deben apoyar al padre que ven más débil, que está sufriendo más o que asume las responsabilidades económicas. Cuando papá y mamá son respetuosos, cooperativos y se valoran como padres, permiten a los hijos construir una relación cercana y sana con los dos.
Las dificultades económicas son de los adultos
Los acuerdos y temas de dinero deben ser resueltos en ausencia de los niños. Cuando se les asigna el rol de consejeros o intermediarios financieros con su papá, pueden culparlo por las dificultades que están enfrentando y alejarse afectivamente de él. Además se sienten responsables de las discusiones que hay entre sus padres y piensan que son una carga para ellos.
No alejarse de los hijos
Algunas investigaciones han demostrado que cuando la relación con el padre se deteriora, los niños sienten primero una gran tristeza, que con el tiempo es reemplazada por sentimientos de rabia hacia él. Un papá ausente tiene un impacto negativo en los hijos; el inmenso dolor que sienten puede llevarlos a eliminar esta figura tan importante de su vida. Cuando los niños no vuelven a ver a su papá, o lo ven muy poco, sienten y piensan que él no los ama, ponen en duda su propio valor y su derecho a ser amados.
El reto del papá divorciado es acompañar a los hijos en la transformación de la familia, ayudarles a desarrollar afecto y pertenencia a su nuevo hogar, hacerles sentir que son las personas mas importantes en su vida, que espera con entusiasmo cada nuevo encuentro con ellos y que siempre pueden contar con él.
Consecuencias de crecer con padres ausentes emocionalmente
Los niños que crecen con padres ausentes emocionalmente son más Propensos a desarrollar problemas de conducta. Estos problemas suelen ser, a menudo, un escudo que los niños usan para proteger sus más profundos sentimientos de abandono, miedo e inseguridad.
En estos estilos de crianza se suele producir un desapego afectivo que genera inseguridad a la hora de establecer relaciones. Hay desconfianza y, por ello, la idea de proyectar una gran carga afectiva en alguien genera miedo a ser traicionado, a no ser reconocido o, lo que es peor, a sentirse ignorado.
Todos estos vacíos pueden llevar a los niños criados en estos ambientes ausentes a convertirse en adultos emocionalmente dependientes al no atreverse a cortar determinados vínculos aunque les resulten negativos, por miedo al abandono o a sentirse solos. Prefieren aferrarse a la persona, aunque no les convenga, a tener que perder nuevamente a alguien.
Este modelo de crianza es tendente a establecer relaciones tóxicas con otras personas. En su necesidad por encontrar afecto y una figura paterna o materna, la persona puede integrarse en un núcleo social no deseable y tóxico del que ya no quiera o no pueda salir.
Los sentimientos de hostilidad suelen ser constantes a la hora de relacionarse con los demás o con uno mismo, siempre a la defensiva, esperando el ataque. Esto, sin duda, es una de las múltiples huellas de tener padres ausentes emocionalmente.
Contigo pero sin ti
A pesar de que en ocasiones los padres no tienen otra opción que la de pasar gran tiempo del día fuera del hogar y lejos de los hijos, es posible mantener esa conexión emocional necesaria. Es aconsejable que el poco tiempo que se esté con ellos sea exclusivamente para ellos, en cuerpo y mente. Se trata de una conexión padres-hijos, la más significativa de la historia de una persona.
Es necesario para la buena educación emocional de los hijos evitar pensar en pagar las cuentas, hacer las compras, entre otros, durante ese tiempo. Lo esencial es estar conectados y a su vez aprovechar momentos como una comida donde todos puedan estar presentes, o jugar un poco con sus hijos a lo que ellos prefieran.
Hay muchas actividades que no suponen la inversión excesiva de tiempo, como ayudarles a cocinar, poner la mesa, acomodar cosas en la casa, salir a caminar, ver una película, salir a una sala de juegos o ir a un parque. Todo va a depender de la calidad y la conexión que se dé con ellos